La infancia confinada reclama su papel en la pandemia más allá de «aguantar, resistir y portarse bien»

14 mayo, 2020

«Me preocupa que mis padres no tengan suficiente dinero para pasar esto, que se quedan sin trabajo y no poder ver durante mucho tiempo a mis abuelos, a mi padre y a mis amigos porque los quiero muchísimo». «Hay muchos niños más pequeños que yo (vecinos/ primos) que parecen agobiados y con ganas de hacer actividades con movimiento, quisiera que pudieran salir al menos para dar un leve paseo, se qué puede ser malo por peligro de contagio, pero al menos que vean la luz del sol de la calle y respirar aire para no agobiarse tanto y pasar la cuarentena mucho mejor». «Los profesores están considerando que poner deberes es crear una buena rutina pero en realidad lo que crea es estrés entre que hay fechas límites y las páginas donde los ponen no van bien, es un desastre». Estas son algunas de las opiniones expresadas por niños y niñas españoles durante el confinamiento. Y demuestran que no son tontos, que saben perfectamente lo que está suponiendo la pandemia del coronavirus, de sus consecuencias económicas o del estrés que suponen los deberes. Un mundo «de locos» no solo para los adultos. También para los más pequeños de la casa y una situación ante la que tienen mucho que decir y quieren ser escuchados.

Así lo refleja el informe «Infancia confinada», elaborado por los sociólogos Iván Rodríguez y Marta Martínez, junto a la abogada especializada en infancia y adolescencia Gabriela Velásquez. El estudio se ha realizado con el apoyo de Enclave de Evaluación y Enfoque de Derechos Humanos y el prólogo está escrito por Luis Pedernera, presidente del Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas.

«Los niños se enteran de todo. Son conscientes de lo que pasa y es algo de lo que la sociedad no se da cuenta», recuerda Gabriela Velásquez. «De hecho, han expresado sus propias críticas sobre lo que está pasando -continua-. También sus preocupaciones más allá de su propia familia». En definitiva, el coronavirus les ha hecho reivindicar a todos los sectores (político, social, etc.) «una responsabilidad solidaria con las generaciones presentes y futuras».

Quieren ser escuchados

El informe da voz a los menores de 18 años. Precisamente la infancia ha sido una de las grandes protagonistas, especialmente en las últimas semanas, y a la vez una gran olvidada. Mientras que algunos expertos defendían la necesidad de su salida, otros, como el Gobierno, los tachaba de ser « vectores de enfermedad», algo que no es cierto, y se resistía a dejarlos sin salir. Algo que cambió el pasado 26 de abril tras cierta polémica.

«No puede haber políticas sociales sin tener en cuenta a la infancia porque son temas que les afectan», subraya la experta. Cabe recordar, sin ir más lejos, la Convención sobre los Derechos del Niño. «Todo ello muestra ese reclamo de los menores a que se les escuche, ya que ellos forman parte también de esta sociedad, tienen conciencia de lo que sucede, capacidad crítica y solo piden ser escuchados porque tienen mucho que decir», añade Velásquez.

El informe recoge cómo los niños y adolescentes dirigen sus demandas de forma hacia diferentes actores sociales: sociedad en su conjunto (42%), Gobierno (21%), familias (19%) y centros educativos (17,65%). Y todo ello bajo un mensaje común: que ellas y ellos también están siendo afectados por el confinamiento, que debemos escucharlos y tomarlos en cuenta y considerarles en este escenario.

El estudio, realizado entre 425 menores entre el 21 de marzo y el 7 de abril, asegura que «las niñas, niños y adolescentes han sido grandes sostenedores de esta pandemia en el ámbito privado». Sin embargo, han sido llamados a «’aguantar, resistir y portarse bien’ por parte de los portavoces políticos».

Ellos también han acatado el confinamiento porque consideran que es una medida necesaria para evitar el contagio (94%). Y son conscientes de lo que les supone estar encerrados: aunque es por el bien de todos, se trata de una privación de libertad. Especialmente son las chicas mayores de 13 años las que identifican de manera más agudizada las restricciones que el confinamiento conlleva, según el estudio.

«No puede haber políticas sociales sin tener en cuenta a la infancia porque son temas que les afectan»
Las condiciones de habitabilidad han influido -y mucho- en cómo han llevado el encierro los menores. Solo 4 de cada 10 niños encuestados disponía de terraza o patio y el aburrimiento, el principal sentimiento perturbador producido por el confinamiento (61,6%), no era igual para unos que para otros: los que dicen haberse sentido «aburridos todos los días» sin disponer de una terraza o un patio es del 31,6%, mientras que esta cifra se reduce en 8 puntos entre quienes sí disponían de este espacio (23,2%). Así no es de extrañar que los menores aseguren que están «en una cárcel» pero «en casa».

Los abuelos: un pilar fundamental

A su vez, un 36,7% reconoce estar preocupado por la situación. Y la enfermedad es el principal motivo que genera dicho sentimiento. De hecho, algo más de 83 de cada 100 niños consultados señala el hecho de que alguien de su familia pueda enfermar o morir por culpa del coronavirus como algo muy preocupante, seguido de que sus abuelos y otras personas mayores tengan que pasar el confinamiento solos (64,9%). «Mi padre sigue yendo a trabajar todos los días a la fábrica y me da miedo q se contagie» o «A veces me siento estresada y estoy preocupada por que mi abuela se murió (hace años ya) y mi abuelo está solo (no tiene compañía en este tiempo)» son algunos de los testimonios manifestados por los niños. De hecho, no ver, tener cerca o ayudar a sus abuelos es algo que echan mucho de menos.

«La relación abuelos-nietos es muy importante. Y, durante el confinamiento, hemos comprobado que los mayores no vivían en la misma casa que los menores. Por tanto, esa lejanía hace que se amplíe también la preocupación hacia ellos», comenta la experta. Dicha preocupación, a medida que fue pasando el tiempo, generó miedo y tristeza entre los niños, asegura Velásquez.

La tercera gran preocupación de los menores es «que haya personas en mi familia que pierdan su trabajo» (43.9%). Niños y adolescentes no son ajenos a las consecuencias de la pandemia. El informe señala que «la economía familiar y su posible deterioro es un motivo de preocupación muy evidente que, además, parece estar conectado con un deterioro de la satisfacción vital de niñas y niños». Especialmente las chicas porque «tienen más solidaridad en su discurso», puntualiza la experta.

Conscientes de los problemas

Otra de las situaciones que afectan a los menores son los deberes. «Las tareas escolares están desempeñando un triste papel estresor para estos niños y niñas, que muy probablemente se están enfrentando a ellas con menos medios familiares y recursos personales, además de menor disponibilidad por parte de sus padres y madres para acompañarlos en su realización: el 45% de estos niños y niñas declara no conseguir acabarlas», recoge el estudio. «Apenas duermo por falta de moverme y el ejercicio que hago no me es suficiente y me estreso mucho con los deberes porque han adelantado temario sin explicarlo», manifiesta una las encuestadas. «Que los profesores no manden tantas tareas. Para mi que la palabra cuarentena para los maestros significa cuarenta tareas al día», asegura otra.

«Las tareas escolares están desempeñando un triste papel estresor para estos niños y niñas, además de menor disponibilidad por parte de sus padres y madres para acompañarlos en su realización», recoge el informe.
Entre los aspectos positivos del encierro, los menores apuntan a una mejora de la relación con sus progenitores. La mayoría (84,8%) está totalmente de acuerdo con que sus padres están con ellos el tiempo que les gustaría y saben que pueden hablar con sus padres si lo necesitan. Por último, sueñan principalmente con que todo esto se acabe (56,44%).

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Fuente: ABC

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